jueves, 23 de septiembre de 2010

Amores perros

Soy perruna. Amo los perros. Siempre he tenido perros. Me dan energía, los huelo, los beso, los abrazo… me dan felicidad. He tenido muchos perros en mi vida, he llorado por los que ya no están, consiento a los que sí. Es que la vida no está completa sin un peludo.

A pesar que cuando nací mi mamá estaba cuidando una camada de chihuahuas recién nacidos de mi abuela -quien cría esta raza desde que la inventaron-, mi primer perro oficial lo tuve a la edad de 4 años: Snoopy –le puse así por mi comiquita favorita, hasta 6to. Grado lo único que hacía era dibujar Snoopies, en todas las tareas, hasta las de matemáticas-. Llegó a mi vida de la siguiente forma: mis papás se estaban divorciando, por lo que siempre pensé que era como un sustituto o entretenimiento para aceptar el cambio, además sospechosamente me lo regaló una “amiga de mi papá”, que con los años me enteré que era más que amiga, pero realmente poco me importó.

Snoopy era un poodle mediano, blanco, recuerdo que cuando lo escogí me dijeron que tenía una estrellita en el cuello tipo lunar y yo hasta lo vi, creo que era la emoción e ilusión de tener mi propio perro, a quien amar y abrazar. El pobre Snoopy pasó las de Caín, en una oportunidad me escapé de mi casa buscando a mi papá y mi inteligencia a los 4 años me indicó que poniéndoles mis ganchitos en las orejas no nos reconocerían. Era mentira, nos reconocieron, nos castigaron y además Snoopito sufrió muchísimo con los ganchos apretándole las orejitas –ojo sería incapaz de hacerle daño a un animal, no sabía lo que hacía-.

Ese poodle era mi entretenimiento y lo cuidaba. Un día bañándolo se me cayó y se le fracturó la pata. No bastó con lo mal que me sentía, me regañaron como si hubiese sido apropósito. Total que luego mi mamá decidió que Snoopy no podía vivir con nosotros y se fue a donde mi abuela, donde estuvo por años, confundido porque vivía con 10 chihuahuas y se creía uno de ellos. Después de 11 años un día llegué a casa de mi abuelita y me contaron que se cayó por el hueco del ascensor, fue horrible y no me dieron mucho detalle.

Toopsy: me enamoré, era mestiza de ojos verdes. Me la compraron cuando tenía 8 años de regalo para mi cumple. Y aunque existía Snoopy, mi mamá me explicó que Snoopy no podía regresar a la casa porque ya se creía chihuahua y que nos iría mejor con otro perrito. Pues mi mamá no tardó en obstinarse de la perrita y enviarla con Snoopy y los chihuahuas a casa de mi abuela, yo sufría pero no tenía poder de decisión. Lo bueno era que siempre estaba donde mi abuela y podía compartir con Toopsy. Un día llegué del colegio y la habían regalado, pues chillé hasta que me llevaron a la casa donde estaba y la busqué, la tenían amarrada a una batea. Aunque rescatarla no sirvió de mucho porque siguió en casa de mi abuela. Otro día llegué y se la había llevado la señora de servicio, supuestamente la perra se portaba mal.

Michela: Esta chihuahua llegó por primera vez cuando yo tenía 17 años. La trajo mi mamá porque le parecía linda. Al rato la devolvió a donde mi abuela. Y a los 2 años la trajo de nuevo porque supuestamente la iban a regalar y le dio lástima. Chela es una gordita súper cariñosa, que se comía las pinturas de labios de mi mamá cuando nadie la veía, mi mamá siempre culpaba a mi hermana, hasta que la descubrimos (a Chela). A los días de la rellegada de Chela llegó una nueva cachorra, el amor de mi vida: Tripa Carolina.

Tripa era la más fea y chiquita de los que nacieron. Era muy flaca y lo sigue siendo. A mi mamá le dio cosa porque nadie la iba a querer y no las llevamos para la casa. Mi hermana y mi mamá le dicen Niña, yo le digo Tripa, y Carolina porque todos necesitamos un segundo nombre, da carácter. Este pequeño ser de escasos 20 centímetros de largo y 1 kilo de peso es dueña de mi corazón. Reconozco que es mi consentida, incluso cuando está con Chela. Era del tamaño de un hámster cuando me la llevé, duerme comigo, la llevo en la cartera, vamos de paseo, come papas fritas, cereal, me quita la almohada; es la jefa de mi manada!!!! Nació un 14 de febrero y todos los años la felicito. Ya tiene 9 años, aunque para mi todavía es un cachorro. Es muy obediente y temerosa. Es un pedacito de ser que me hace simplemente feliz y hasta en los peores momentos me hace sonreír. Es mágica.

Pancho: Aunque solo estuvo 5 años en nuestra vida y no era mío, sino de mi papá, Pan era mi perro. Era mi hermano. Era como gente. Lo bauticé así, porque mi papá y mi hermano se llaman así y era lo lógico. Yo para el era la carroña de la camada. No me respetaba, se me tiraba encima, me mordía, pero me amaba. Conocía el ruido de mi carro y se asomaba a esperarme. Era demasiado inteligente. Llegó a la casa de 3 meses. Se lo regalé a mi papá y lo conocí desde el día que nació. Lo elegí. Era un bóxer hermoso, avacado, brillante. Amaba a mi papá y mi papá a él, de hecho era su hijo favorito. Moría por el pan, el limón y la zanahoria. El día que murió lloré más que nunca. Todavía escribiendo esto lo lloro. El Ñeñeco. Le dió cáncer en el hígado.

Cuatro meses en España. Cuatro meses sin perro. Tripa en Venezuela y mi mamá diciéndome lo que en otras ocasiones: “esa perra está acostumbrada a estar aquí, si te la llevas la matas”. Que sufridera. Pero necesitaba amor perruno, amor del verdadero, del bueno. Por otro lado acaba de pasar lo de Pancho. Y además mi novio no quería perro. Pero al final el amor perruno llama, y quien es perruno es perruno. Así que le dije al jevo: “En esta casa va a haber perro, te involucras o te la aguantas” y decidió involucrarse. Fuimos a adoptar pero es recontra difícil, te piden de todo y yo de pana que en estos momentos no tengo nada, lo que tengo es amor. Todos los días veía las páginas de adopciones de perros y nada, llamaba, escribía y nada. Hasta que mi novio viendo que agarraba todos los perros que veía y que la cosa no iba parar me dijo: “si terminamos ¿quién se lo queda? Y yo respondí: "el que pueda mantenerlo", y me dijo: “perfecto, vamos mitad y mitad”; y aunque reconozco que soy pichirre y todo me parece innecesario para esto si había dinero!!!!!!

Buscamos en Internet, llamé, lo tenían a buen precio. Estaba asustada. Mucha responsabilidad. Mi novio y un amigo me dijeron que dejará la tontería, y nos fuimos a buscarlo. Y allí estaba, una pequeña cosa gorda, como una vaca, o un cochinito, o un murciélago, o todo junto, mi amado bulldog francés: Pierre Andreu Nodoyuna.
 
Soy feliz, este gordito me alegra. Es un terremoto. Es el perro Chungo, Me despierta en las noches. Ronca horrible. Es orejón. Se tira unos peos que Madre Mía. Muerde todo. Lo amo. Me hace feliz. Me quita cualquier mal humor, cualquier tristeza. Me brinda lo que su hermana Tripa: perroterapia. (Aquí está acostado en mis piernas mientras escribo).

Además de estos, que son los perros de mi vida, están los perros en mi vida. Amo a los perros. He tenido perros callejeros adoptados, les pongo nombres: Sarnita, Catira, Negra, Dudamel, Rafa... Me paró a rescatarlos, les doy comida, los sufro, los acaricio, los baño, les hablo chiquito. Los he rescatado en la autopista, de basureros, de matorrales, heridos, con sarna, irrecuperables. Algunos se me han muerto otros han vivido. Los perros me hacen más feliz de lo que yo a ellos y nunca tendré como agradecerles eso.

Pon un perro en tu vida!!!!

2 comentarios:

  1. Por mi vida han pasado muchos perros...pero humanos jejeje.
    No vale en serio...me genera mucha admiracion personas como tu que tengan tanto amor por los animalitos. Yo tambien los adoro pero reconozco que mi amor no se compara al tuyo. De chiquita nunca me dejaron tener perritos pero de grande los he tenido sin tenerlos (historia complicada).
    Sigale dando amor a la vida perruna mi querida Fedora y espero pronto conocer su murcielago-vaca frances....

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  2. Yo también he tenido perros humanos, pero no son tan fieles jejejeje. Bueno a la vaca amurcielagada le pusimos ese nombre por ti ;)

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