Todo comenzó hace años, un buen amigo, Camomilo, me decía que yo era como la mala de las novelas (todavía no sé porqué lo decía, porque he llevado más desventuras que Topacio).
Podemos hablar de mi amigo Camomilo, que es así como el cubito de mi alma, el chocolate de la marquesa… o de mi, o de Fedora.
Creo que podemos hablar de todo e igual cobrará sentido…
Mi amigo Camomilo, él es así como el azúcar para Celia Cruz, es de esas personas que siempre te hace reír, que te hace ver tus problemas como un chiste, como algo que le pasa a cualquiera… y es por eso que siempre le escribo, trato de verlo (aunque ya no vivo en el mismo país que él, pero antes siempre desayunábamos como las viejas adecas entre chismes y laca); porque es que hablar con Camomilo me alegra, me hace sentir que tengo buenos amigos (que sí que los tengo).
Además trabajamos juntos algún tiempo… años más bien… en un sitio que llamábamos la Isla, porque estábamos como los de Lost: no podíamos salir, pero al final todos salimos, y no solo eso, nos dimos cuenta que fueron de los mejores años, de los mejores amigos, de los mejores tiempos… definitivamente, todo tiempo pasado fue mejor (o al menos uno siempre piensa eso).
Recuerdo que nuestro sueño juntos era llamar a alguien y decirle que su novio lo engañaba, pero no por malos, sino por noveleros. Otra de nuestras diversiones era llamar a Sofía, que era un número que salía en una servilleta de una publicidad de cerveza… ociosos, sí! Pero todo eso nos unió. Además de darme consejos de cómo debemos ser las mujeres con los hombres. Y es que él siempre dice que si fuera mujer llevara más palo que un furruco… (sus palabras!!!) y así obtendría todo, definitivamente todos los hombres dicen lo mismo de ser mujeres, sueñan con ser putas.
Tratando de no desviarme, mi amigo es un bonche, el inventaba todos los días palabras nuevas como por ejemplo: transgiversisación (queriendo decir que alguien cambió el sentido de lo que él quería decir) y así mil cosas que le alegran a uno la vida y le hace querer a los amigos.
Cuando nos veía gordas nos pedía que sudáramos el jamón para que nos pusiéramos bombón…. Es que hay tanto que podría contar de Camomilo que creo que no pararía. Un día me pidió mi teléfono prestado y puso una canción muy famosa de Popy (que en paz descanse) y luego me llamaba y yo brincaba cada vez que escuchaba el: “aló, quién es, quién llama por favor…”, pero así es él.
Ese es mi amigo… Camomilo, y ese el inicio de mi identidad en la vida: Fedora…
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