sábado, 13 de noviembre de 2010

Los cromosomas

Últimamente me ha tocado ser testigo de que, de verdad, los cromosomas determinan más que el sexo (hombre / mujer), es que en serio los hombres son de Marte y las mujeres de Venus.

Y es que si bien entre los sexos existe de todo, hay como un patrón general que nos determina. Las cosas por las que yo puedo discutir con mi novio son casi iguales a las que discuten mis amigas con los suyos. 

Ejemplos:

  • La palabra "ahorro" pierde sentido cuando se habla de comprar un televisor, DVD, mueble para el televisor, dispositivos varios para: motos, carros, esquíes, bicicletas, electrónica en general; PSP, entre otros.
  • Siempre quieren comprar lo más grande, lo que sea de marca, así no se necesite hoy, porque siempre lo necesitaremos, y cito: "en algún momento".
  • Si es de querer un perro quieren cualquiera que cuando crezca sea tan grande que ninguna mujer, a no ser que sea súper dotada, lo pueda llevar.
  • Tienen que tener música puesta todo el tiempo y si es a decibeles que realmente atenten contra la salud de la cadena de huesecillos, mejor.
  • Saben de deportes, el algún momento los practicaron, tuvieron un momento físico de gloria -pero hace aaaaños- (dígase cuerpasos y/o/u abdominales más cuadriculados que cuaderno de matemáticas). Y cuando ven fútbol dicen: "ganamos" o "perdimos", como si fueran parte del equipo y hubiesen sudado la gota gorda, y es que ya he aprendido que estar en el sofá tomando refresco y pegando gritos a la pantalla los hace miembros activos de sus respectivos grupos deportivos.


Por otra parte estamos las mujeres, de las cuales también tengo que decir varias cosas para que estemos parejos:

  • Siempre hay que ir a la peluquería, aunque no haya fiesta.
  • Nos reunimos en la cocina a hablar de los chismes varios que nos ocupan.
  • Queremos ver películas pangolas, de esas domingueras que van perfectas antes o después de un heladito.
  • Buscamos constantemente hacerlos entrar en razón, sin triunfo aparente,  sobre los gastos que nosotras consideramos superfluos, como ese bajo para el carro que realmente lo único que hace es estorbar en la maleta.

Muchas veces mi novio me habla emocionado sobre unos rines o una moto con una cilindrada, que al parecer merece un premio Nobel, y yo no lo entiendo, de verdad, quisiera apoyarlo, pero es que no lo entiendo. Y es entonces cuando aparecen sus amigos y hablan de esas cosas que tanto les gustan como los nuevos lentes Okley para esquiar, entonces yo agarro para la cocina a hablar con mis amigas sobre los últimos muebles de Ikea y regresa el equilibrio a nuestra vida, como en el cole: los niños con los niños y las niñas con las ciñas.

Mi pensamiento final es que nos amamos y por eso venimos de Marte y Venus a la tierra para poder estar juntos. Pero que realmente no hay que entendernos, sino comprendernos.

Como me dijo alguien alguna vez: "ustedes quieren operarse las tetas y comprarse zapatos, ¿verdad? Yo quiero un plasma de 47 pulgadas". Y ahí entendí todo.






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